GATOS: el problema con las bolas de pelo

Seguro que muchos recordamos la divertida escena de la película “Shrek”, en la que el GATO CON BOTAS  intentaba expulsar una molesta, tremenda y compacta bola de pelo. Quizá para los que no tienen gatos, es difícil entender esa escena tan cómica,  pero para los que sí tienen, es una imagen casi cotidiana. ya que esa misma situación se produce en la gran mayoría de nuestros gatos domésticos. Los “más afortunados” son capaces de expulsarlas, pero hay otros que acaban en la clínica veterinaria con diversos pronósticos.


Pensemos que estos felinos, en estado salvaje, consumían otros animales, con pelos y con plumas;  “productos” de difícil o imposible digestión y que en muchas ocasiones eran los principales causantes de esos tremendos atascos y sus consecuentes vómitos.
Nuestros felinos domésticos no tienen que expulsar ningún residuo de los alimentos comerciales que nosotros les ofrecemos, pero sí tienen que esforzarse en expulsar las bolas de pelo que se forman tras sus largas horas de acicalado.

El gato es conocido por ser uno de los animales más limpios y preocupados por su higiene: pasan hasta un tercio de su tiempo de vigilia acicalándose. Durante este peculiar ritual se asea lamiéndose el cuerpo. Mantiene su piel en buenas condiciones, la vuelve suave, brillante e impermeable, extendiendo con su lengua la grasa secretada por las glándulas cutáneas. Durante este proceso obtienen el beneficio buscado y se calman, pero a la vez, ingieren grandes cantidades de pelo que pueden llegar a formar bolas que paralicen el tránsito intestinal.


Los mininos más propensos a sufrir este problema son los de pelo largo o semilargo, como el Persa. Los gatos viejos también padecen este problema porque tienen menos fuerza para asearse, poseen el sistema digestivo más lento y la eliminación de pelo es más complicada que en el caso de los ejemplares jóvenes. A pesar de ello, ninguna raza está exenta de padecer esta dolencia.

Como no vamos a cambiar el comportamiento de los felinos, debemos intentar dos cosas: que el animal ingiera menos pelo y que el pelo ingerido transite por el aparato digestivo sin provocar atascos.
La primera parte, intentar minimizar la ingestión de pelo, es sencilla ya que con un buen cepillado diario arrastraremos una gran cantidad de pelo, y con ello evitaremos que lo que se quede en el cepillo pase a su aparato digestivo. En primavera y otoño, estaciones que coinciden con la muda de pelo, la ingestión es mayor, por lo que deberás cepillar a tu mascota todos los días.
El cepillo se usa primero a contrapelo para eliminar los mechones muertos y después, en el otro sentido. Al terminar, pasa una toalla húmeda por el cuerpo del animal para retirar aquellos pelos que no ha recogido el peine.


La segunda meta es mucho más sencilla:  añadir en su dieta un mayor contenido de fibra, ya sea en forma de salvado o de vegetales. Este elemento le ayudará a expulsar el pelo fácilmente, logrando que su sistema digestivo funcione perfectamente. 
Además, en las tiendas de animales especializadas encontrarás la denominada hierba para gatos, sólo tendrás que humedecerla y dejarla al sol indirecto. En siete días habrá crecido lo suficiente como para que tu gato pueda disfrutarla. Son semillas de cebada, trigo o avena que vienen preparadas para ser cultivadas. Por otro lado, existen dos tipos de pasto que generalmente encantan a los gatos: la Valeriana y la Nepeta cataria. Comer hierbas y otras plantas específicas provocarán el vómito y tu gato expulsará las bolas de pelo. Acto seguido, se encontrará mucho mejor y comenzará a comer y a jugar de nuevo.

Otro remedio efectivo para que las expulse es untar vaselina en la pata del minino que, amparándose en su pulcritud, comenzará a lamerse; así conseguiremos que ingiera este remedio.

Si tu pequeño amigo sufre este mal, se mostrará decaído y con malestar general: arcadas, vómitos, regurgitaciones, gastritis, estreñimiento o inapetencia son síntomas evidentes de esta afección. Si este cuadro dura más de tres días visita al veterinario para que emita un diagnóstico adecuado.
Hablamos de una patología que en un principio no es peligrosa pero, si dejamos que el problema avance podemos llegar incluso al extremo de que tengan que intervenirle quirúrgicamente. Para prevenir esta enfermedad, vigila a tu gato y juega con él más para que no se acicale tan a menudo y esté distraído en tu compañía.

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